Desde finales de los años 1960 y comienzos de 1970, los robos se han incrementado permanentemente, tanto en los museos como en los sitios, especialmente en los países del Sur. En el Norte, a los coleccionistas privados y, a menudo, a las instituciones oficiales, se les proponen cada vez más obras de origen ilícito.
En este contexto y para responder a tales situaciones, en 1970 se estableció la Convención sobre las medidas que deben adoptarse para prohibir e impedir la importación, exportación y la transferencia de propiedad ilícitas de los bienes culturales.
La Convención de 1970 fue el primer instrumento internacional dedicado a la lucha contra el tráfico ilícito de bienes culturales en tiempos de paz y ya ha sido ratificado por 131 Estados.
El tráfico ilegal de bienes culturales es una de las actividades ilegales más lucrativas. Se estima que mueve entre 6 y 8 millones de dólares al año a nivel mundial, según un informe del año 2011 de la Oficina de las Naciones Unidas sobre la Droga y el Delito (UNODC), y que la compra venta internacional de estos de bienes está financiando a grupos terroristas. Lejos de la idea de que el ladrón de arte y de otros bienes culturales es un tipo romántico, los ladrones y traficantes de bienes culturales son delincuentes comunes que solo buscan el dinero sin otorgar ningún valor a las piezas.
Centroamérica es una región muy rica en patrimonio, pero gravemente perjudicada. El tráfico ilícito – de bienes arqueológicos, arte religioso, patrimonio colonial e incluso el patrimonio cultural subacuático- es un flagelo que azota fuertemente esta región. El Consejo Internacional de Museos (ICOM) ha reportado que las exportaciones ilícitas de objetos culturales que se han interceptado en los últimos 20 años indican un incremento en el interés de objetos provenientes de Centroamérica. Estas prácticas causan un daño irreparable a la memoria y el legado de un país.
Este patrimonio basa su importancia en ser el conducto para vincular a la gente con su historia. Encarna el valor simbólico de identidades culturales y es la clave para entender a los otros pueblos. Contribuye a un ininterrumpido diálogo entre civilizaciones y culturas, además de establecer y mantener la paz entre las naciones.
Las instituciones culturales gubernamentales de cada Estado tienen un papel fundamental en la protección y conservación de estos bienes, pero la tarea para la salvaguardia del patrimonio cultural es de todos.
Debemos concienciar a las poblaciones aldeanas a los sitios arqueológicos de que estos bienes nos pertenecen, su extracción y venta no solo es ilegal sino un ataque contra la historia de nuestros pueblos. Asimismo, hay que trabajar con los cuerpos de policía y las aduanas, para crear unidades especiales que impidan que estos objetos puedan cruzar las fronteras con impunidad. Hay que establecer protocolos de actuación en las embajadas del exterior cuando se detecta la venta de objetos que han salido ilícitamente de su país de origen. Y es necesario tomar medidas para que los turistas no se lleven parte de nuestro patrimonio como suvenir, ya sea una un trozo de cerámica precolombina o una caracola de mar.
Pero esto solo será posible cuando tomemos conciencia del valor de nuestro patrimonio cultural y la necesidad imperante de que llegue a las futuras generaciones para que también puedan conocerlo y disfrutarlo.
Sector cultura de la Oficina UNESCO en San José
Centroamérica es una región muy rica en patrimonio, pero gravemente perjudicada por el robo, el saqueo y el tráfico ilícito de bienes culturales. Se huaquea y se roban numerosas piezas arqueológicas, pero también en las iglesias, los museos e incluso el patrimonio subacuático.
Con este clip, UNESCO quiere sensibilizar sobre la situación actual en la región centroamericana y la República Dominicana y concienciar a la población de que proteger nuestro patrimonio nos corresponde a todos.